Libro de lectura para Cuarto grado (niños de 10 años). Autor: Graciela Albornoz de Videla. Publicado por Editorial Estrada en el año , durante la segunda presidencia de Perón - Páginas 90 y 91.
¡NO LLORE, TATA!
¡Cómo no he de llorar, hijito!, si recuerdo todavía aquellos años de Tucumán cuando tu pobre madre, que Dios tenga en la gloria, me decía: Pancho, ¿cuánto cobraste?
-— Nada, vieja, nada. Cuando fui al boliche de don Ireneo me dijeron que todavía debía plata de la última quincena, porque habíamos gastado todo en azúcar y yerba.
— Y dígame, Tata —con el respeto debido— ¿nunca se pudieron hacer de un ranchito y un pedacito de tierra?
— Pero hijo, ¡si todos los campos eran de unos dueños únicamente!
— ¿Y por qué los desalojaron a ustedes de la chacra “El Chingolo” después de haber vivido allí más de veinticinco años?
—Torque un señor de la ciudad le ofreció al dueño arrendarla a muy buen precio para traer una "industria”, y tuvimos que salir; por eso le aconsejo, hijo, que se vaya a la ciudad y se emplee como otros. Yo me las arreglaré solo; ya soy viejo; con un poquito puedo ir tirando.
— Eso no, Tata. Escúcheme usted, y no llore. Yo voy por las noches a la escuela nocturna de. pueblo. Allí tenemos un gran maestro, que nos hable de patria, del trabajo y de los deberes y derecho de los argentinos. El otro día nos leyó estas hermosas palabras; espere, aquí las tengo: ‘‘Aspiramos a que en el futuro no existan argentinos que después de haber trabajado grandes extensiones de tierra no tengan siquiera un metro cuadrado donde sepultar sus restos”. Nos explicó también en qué consistía la “Ley de Arrendamientos Rurales y Aparcería , diciéndonos que cualquier contrato tiene plazo de cinco años, pudiendo el arrendatario pedir tres años más Así el colono puede realizar mejoras efectivas y organizar sus cultivos. El gobierno puede revisar el precio de los arrendamientos. Además, el patrón tiene que darnos casa habitable y agua buena. Estamos amparados por el "Estatuto del Peón” y los "Derechos del Trabajador" establecidos en la Constitución.
— Si así fuera...
— Si, Tata, así es; y yo no me iré a la ciudad. ¡Dejar el campo, el sol, el aire libre de la pampa, mi caballo... para encerrarme en una pieza y vivir en ese ruido de Buenos Aires!... No, eso es para los que nacieron allí... A mí nadie me saca del campo de sus faenas, de sus mañanitas limpias y noches