El hada buena

En la casa de la familia Estévez, se advierte gran contento, esta mañana. Desde temprano se preparan para salir, la señora y sus tres hijas.
— Es un acontecimiento nunca visto en el país. Las mujeres ahora votan —dice el señor.
— Ya verás, Rodolfo, como lo hacemos bien.
— Las mujeres somos capaces de muchas cosas, papá: estudiamos, trabajamos, intervenimos en negocios —dice Olinda.
—Sí, pero el hogar, tampoco hay que descuidar.
— No por eso estará descuidado. Al contrario,

tendremos conciencia para saber manejarlo también —dice Raquel.
— En los países más adelantadas, vota la mujer, Rodolfo. Yo creo que las argentinas no somos menos capaces.
— Mira Papá. Somos tan capaces que votaremos con toda serenidad y reserva —agregó Leticia.
Y tomando las libretas cívicas, las tres jóvenes y la mamá, se encaminaron a la puerta de calle.
— Hasta luego —dicen, y se van.
Escenas como éstas, se reprodujeron en la infinidad de hogares argentinos, el 11 de noviembre de 1951
La Señora Eva Perón fue quien implantó el voto femenino. Y las damas respondieron patrióticamente a esta medida justicialista, pues el partido que ella encabezaba, ganó la elección.