Mensaje de luz

TEMPESTAD EN EL MAR
El barco pesquero parte y se aleja rápidamente de la playa. Hermosa estela de plata va quedando atrás.
— ¡Que los vientos les sean propicios!— fueron los votos de quienes quedaron aguardándolos.
Los pescadores son hombres rudos, hechos en las faenas más pesadas. Saben que las aguas acechan traicioneras. Sin embargo parten alegres y optimistas: el mar les será pródigo y multitud de peces palpitantes colmarán las redes...
Rauda, veloz, la barca se interna mar adentro... Horas después un velo tenue comienza a cubrir el cielo.
Los pescadores se inquietan. ¡Esa nube oscura que crece!...
Pronto el mar se encrespa, el aire se estremece y las gaviotas, destacando su blancura sobre el fondo negro del cielo, huyen hacia la costa.
El viento arrecia y se transforma en huracán. Las densas nubes se rompen y la tormenta estalla despiadada. La tempestad sobrecoge.

Los hombres luchan desesperados, impotentes: ¡las vidas están en peligro!...
¡Los hogares quedarán sumidos en la miseria y el dolor!
La barca gira ahora como un trompo en danza vertiginosa. ¡Y nada más!
Ha pasado la tempestad. El mar desierto duerme en calma; en la playa, todo un pueblo de pescadores atisba el horizonte.
Después, siguen escenas desgarradoras, angustias, lutos. Los designios de Dios se cumplen fatalmente.
Por encima de tanto dolor, una mano fraternal se tiende generosa.
Los seres queridos no volverán, pero la Fundación EVA PERÓN, mensajera de amor, remedia en parte la ausencia dando a esos hogares protección y ayuda material.