La Argentina de Perón

— Porque es el de papá —repuso el chiquillo—. Él dice que su oficio es humilde, pero tan útil como cualquier otro.
— Y tu padre tiene razón —agregó lentamente la maestra—. ¿Qué sería de nuestras ciudades si no hubiese recolectores de basura? No necesito explicarlo, niños: lo dejo librado a la imaginación de cada uno. Sólo diré que la falta de higiene pública desencadena horrorosas pestes. En cuanto a los oficios que puedan elegirse, hay unos más brillantes que otros; pero, a los ojos de Dios, todos son igualmente nobles, y a los del mundo, igualmente útiles y dignos de respeto. No sé si alguna vez cambiarás de opinión, Pepe: pero te lo digo ahora y lo pienso sinceramente: esa confesión tuya te honra.
— Gracias, señorita —repuso Pepe con sencillez—. Yo temía que mis compañeros se burlaran de mi. . .
— Pues harían muy mal —arguyó la maestra—. Y ¡pobre del niño que se avergüence de la profesión paterna! No sólo demuestra tener mal corazón, sino muy poco respeto por el trabajo ajeno. Tú eres un buen hijo de tu padre, Pepe. Mereces que él esté orgulloso de ti.
Bajo el gobierno justicialista del General Perón no hay más que una sola clase, la clase trabajadora; y lo único que honra verdaderamente al ciudadano, es cumplir con su deber.

JUSTICIA SOCIAL

EVITA

La abanderada de los trabajadores y jefa espiritual de la Nación