El tambor de Tacuarí

Alas argentinas

Pasa sobre nosotros un avión y el ruido de su motor nos ensordece.
Ha partido de Ezeiza, el aeropuerto “Ministro Pistarini”, una de las obras monumentales que enorgullecen a los argentinos.

Levantamos la cabeza para mirarlo y le hacemos adiós, poniendo en sus alas un mensaje de cariño para nuestros amigos, los niños del mundo.
Raúl me dice que en el interior de ese avión, los pasajeros van cómodamente sentados en amplias bu-

tacas y que son solícitamente atendidos por camareras que les sirven el almuerzo o la merienda.
Lleva carga liviana y correspondencia —agrega— y es un puente cordial tendido entre la República Argentina y otros países.
Algunas veces las mismas alas argentinas han surcado el espacio en misión solidaria con el dolor de los pueblos hermanos.
En esos viajes, Eva Perón ha hecho embarcar remedios, médicos, enfermeras, sangre, alimentos, ropas, etc., para los habitantes de lugares sacudidos por un terremoto o barridos por un vendaval.
Por eso la Argentina es saludada en todo el mundo como país generoso, pacifista, hermano... Por eso la Argentina es respetada y es querida. Y por eso los argentinos estamos orgullosos de serlo.