Libro de lectura para Cuarto grado (niños de 10 años). Autor: Hermanos Maristas Educadores. Publicado por Editorial H.M.E. en el año , durante la segunda presidencia de Perón - Páginas 136 y 137.
Lo cierto es que todo ese trabajo inmenso que debía empezar con la organización del mismo gobierno y cuya primera etapa culminó con la reforma constitucional, no podía dejarle sino muy escaso tiempo para mantener contacto con el pueblo.
Y si no hubiésemos buscado juntos una solución, y la hubiésemos hallado, la voz del pueblo — la de nuestros “descamisados” — hubiese llegado a la torre de gobierno cada vez más apagada y tal vez hubiese terminado por callar...
Entre el decreto o la ley revolucionaria y su cumplimiento, o sea entre el gobierno y el pueblo, existen siempre infinitas barreras que no se ven siempre desde el gobierno, pero sí, y claramente, desde el pueblo. El contacto de Perón con el pueblo era necesario también por esta razón fundamental. Además, había urgentes pero modestos trabajos que cumplir en relación con las necesidades diarias de la gente humilde. Entre las esperanzas de los descamisados había muchas pequeñas ilusiones que depositaban en Perón como los hijos piden a los padres.
En todas las familias los pedidos y las exigencias varían mucho: los mayores quieren cosas de importancia, los menores piden juguetes. En la familia grande que es la Patria también los pedidos que se presentan al Presidente, que es el padre común, son infinitos.
Comprobamos esto ya cuando Perón era Presidente electo: las esperanzas del pueblo se concretaban en peticiones lo más variadas, desde una obra de gobierno extraordinaria y aun fantástica que solicitaba toda una ciudad, hasta la pelota de fútbol que quería un “changuito” del norte o la muñeca que deseaba una “coyita”.
También atender esto — lo grande y lo pequeño — era necesario para que el pueblo no dejase de ver en Perón a su conductor.
Yo elegí la humilde tarea de atender los pequeños pedidos.
Yo elegí mi puesto en el pueblo para ver desde allí las barreras que podrían haber impedido la marcha de la Revolución.
Yo elegí ser «Evita»... para que por mi intermedio el pueblo y sobre todo los trabajadores, encontrasen siempre libre el camino de su Líder.
La solución no pudo ser mejor ni más práctica.
Los problemas de gobierno llegan a Perón todos los días a través de sus ministros, de los funcionarios o de los mismos interesados; pero cada uno de ellos no puede dispone** sino de escasos minutos de la jornada agotadora de un Presidente como Perón.
Eva Perón.
(Del libro La Razón de mi Vida)