Mensaje de luz

"Todos los organismos específicos del gobierno están atentos al llamado y a la necesidad de los productores del país."
PERÓN

Lee esta página — me dijo mi abuelo entregándome un libro abierto— Y decía así:
“Una familia de agricultores arrendaba, desde hacía años, un pequeño campo. Aquel verano el maíz elevaba al cielo sus cañas enhiestas.
"La cosecha prometía ser abundante. Los campesinos forjaban miles de proyectos para el futuro. Arrendarían otras parcelas, introducirían mejoras y la producción aumentaría colmando sus esperanzas."
”La tarde era diáfana. De pronto el sol se cubrió. Nada presagiaba tormenta; sin embargo, una nube crecía oscureciendo el cielo."
“Los hombres, sintiendo la proximidad de un peligro irremediable, miraban al cielo con viva inquietud.
"Un enemigo terrible, poderoso e invencible, llegaba, en efecto, al campo."
’’ — ¡Langostas!... ¡Langostas!... ¡Qué ruina! — gemían los labradores desolados."

“Al anochecer, el maizal estaba cubierto de langostas voraces.
Por espacio de varias horas, hombres, mujeres y niños desesperados, gritaron, agitaron ramas, quemaron trapos, golpearon en latas vacías para ahuyentarlas."
"Todo fue inútil... las plantas desaparecieron devoradas por el acridio invasor. Los pobres colonos se vieron apretados entre las garras de la miseria."
“Las langostas habían traído el hambre y la ruina."
Abuelito, que escuchaba atentamente mi lectura, me dijo:
— Son cosas del pasado. Felizmente esas invasiones cuyas consecuencias yo también sufrí, ya no tienen carácter de tragedia.
El gobierno, por intermedio del Ministerio de Agricultura y Ganadería, encara la extirpación y la lucha contra el acridio con los métodos más modernos.
En la Nueva Argentina, los hombres que trabajan en el campo, no quedan librados a su suerte y a sus menguados recursos, pues reciben el generoso apoyo de las autoridades nacionales.