Justicialismo

su corta edad eran capaces de evidenciar su firmeza de carácter y su probidad intachable.
Y aquel año, como siempre, al llegar la primavera a remozar las plantas y besar con cálido aliento la embalsamada brisa, alegró los corazones, que se levantaron juveniles y se sintieron llenos de felicidad y alborozo.
En la escuela a que concurría Susana, "la estación de la esperanza” también había manifestado su presencia.
Parecía que los delantales blancos, más albos que nunca, ponían su nota de pureza en las aulas y en los patios.
Las voces infantiles deleitaban el oído...
Vivaces llegaban las alumnas a realizar su labor diaria.
Sonoro se oía entre las ramas el parloteo de los pájaros.
Había motivos más que nunca ese día, en las almas de maestros y niños, para que Diosa Primavera hubiera anidado alborozada en ellas.
Movimiento inusitado se veía en patios y aulas.
Se reunió la escuela, por fin, en el salón de actos, presidiendo la ceremonia la Bandera Nacional, en presencia de autoridades escolares y del barrio, y ante los padres de Susana; habló la Directora, como

ocurre siempre en los actos trascendentales de la vida escolar. Luego de hacer el relato de la loable acción realizada por la niña Susana C. Fernández, dijo:
— Estamos aquí reunidos ante la bandera de la patria, pequeña niña, para demostrarte que la sociedad a la cual perteneces reconoce tu acción, te ensalza ante tus felices padres poniéndote de ejemplo ante tus compañeros que te imitarán y ante tus maestros que con regocijo comprueban que en esta Nueva Argentina las altas autoridades, al dar el lugar de ‘‘privilegiados” a los niños, cumplen —como nunca se ha hecho— con el deber patriótico de estimularlos y enaltecer sus actos meritorios.
Al instante hízole entrega de un ejemplar del libro “La Razón de mi Vida”, de la señora Eva Perón, y de la libreta de Ahorro Postal con el depósito del diez por ciento del monto total reintegrado, que por ley les corresponde a los que devuelven a las autoridades policiales sumas de dinero encontradas en la vía pública.
Susana se adelantó para agradecer y un sollozo ahogó sus palabras. Solamente pudo decir a duras penas: ¡Gracias!
Una niña obsequió con flores a la madre de Susana y la maestra del grado también le regaló un