Ronda del gran amor

DELIA SUSANA

Delia Susana tenía doce años y tres hermanitos que cuidar.
La madre había muerto años atrás. El padre pasaba la mayor parte del tiempo fuera de casa.
Sobre la conciencia de Delia Susana comenzaron a pesar responsabilidades de persona mayor.
Sus risas fueron espaciándose cada vez más y su expresión tornóse grave.
Ese año el invierno fué duro para los pobres, y especialmente para la niña.
Sus carnes se amorataron muchas veces. Su cuerpecito tembló con frecuencia al sentir incrustarse en él las agujas del frío.
Una mañana, Delia Susana amaneció abrasada por la fiebre.
Fué llevada a un Policlínico, donde quedó internada.
— Más que enferma está desnutrida — dijo el médico — Deberá ser sometida a un tratamiento es-

pecial. Necesita aire de sierra. Una temporada en Córdoba y será otra niña.
El padre miró al médico. En sus ojos se leía la desesperación de la impotencia.
— Doctor —murmuró— ¡somos tan pobres! ... Tengo tres niños más y están así... No tienen madre; yo trabajo... Delia Susana es la mayor...
El médico sonrió bondadosamente.
—No se aflija. Hoy los problemas de los humildes tienen solución.
Delia Susana irá a las sierras. La “Fundación Eva Perón” se hará cargo de ella y de los otros niños. Ya verá cómo dentro de poco volverán desconocidos.
El padre sintió como un temblor y buscó el apoyo de la pared.
Lleno de admiración, levantó la vista y vió en el fondo de la sala la imagen de Eva Perón, que parecía irradiar rayos luminosos de evangélica caridad.