El tambor de Tacuarí

Duerme...

Duerme feliz. Tu madre te ha arropado y ahora está ocupada en sus quehaceres. Tienes un colchón blando, y no sientes el frío. Tus juguetes esperan desparramados en tu cuarto hasta que tú despiertes.
Tu padre es un obrero. Leyes justas protegen sus derechos y trabaja confiado.
La paz que te circunda es la paz de la patria y tú has tenido el privilegio de nacer en esta hora de justicia social.
¡Duerme feliz, pequeño de esta gran Argentina del presente!

Vejez tranquila

Enrique tiene cinco años y es el mimado del abuelo.
Desde temprano, juegan en el patio, al sol y al aire, con la pelota o los soldados de madera.
Enrique es inquieto, y el abuelo —un viejecito de setenta y ocho años— algunas veces se fatiga.
Cuando era joven, su resistencia sorprendía a sus compañeros, obreros de una fábrica de máquinas agrarias.
Él era el primero en llegar, y el último dejar las herramientas. Nunca permanecía inactivo.