El hada buena

Rosa. — ¡Ah! señora Manuela. ¡Quién sabe si se podrá! La situación es distinta. Yo soy viuda y él trabaja para mi sostén.
Manuela. — No es un inconveniente. De noche podrá estudiar.
Rosa. — Sí, pero los libros y demás gastos... ¿Cómo los voy a pagar?
Manuela. — Señora, no sé acobarde. Que estudie en las bibliotecas. Y los gastos... ya no los hay. Perón suprimió los aranceles para que entren a la Facultad, todos los que tengan deseos de estudiar.
Rosa.— ¡Qué esperanza me da, señora! ¡Tendré un hijo Contador!
Manuela. — Ahí llega mi Federico. Hasta manana y perdone.
Rosa. — ¡Hasta mañana, señora!

La Ciudad Infantil

En un país extranjero, vivía un niño que tenía mucha fantasía. La lectura de los cuentos famosos, le hacía trabajar la imaginación.
Soñó una vez haber estado en una ciudad en miniatura hecha para ser habitada por niños, dentro de un paisaje florido. Un arroyo de mansa corriente, dividía en dos la población v un puente la comunicaba.
Como toda ciudad, tenía sus autoridades, oficinas, mercado y residencias particulares. Y los niños vivían dentro de ella, en un mundo ideal.
Los años pasaron, y el niño que tanto leía, convertido en hombre, mucho escribía. Era periodista.
A su país llegó la noticia de que había una Nueva Argentina. Y decidió venir, para observar su progreso.