Bichitos de luz

EL VERANO

Ya en los últimos días de clase, Héctor había comenzado a pensar que el camino de su casa a la escuela era más largo.
Comprendía, sin embargo, que eso no podía ser, porque su casa y la escuela no habían mudado de lugar. Pero, ¿y esa especie de fatiga que le producía el viaje?...
Es que Héctor no se daba cuenta de que ese año los calores se habían adelantado.
— ¡Cosas del tiempo! — le habían dicho.
Y pensó que no le gustaba el verano.
Pero poco después cambió de opinión.
Terminadas las clases, sus padres resolvieron mandarlo a una de las muchas colonias de vacaciones para escolares instaladas por nuestro gobierno.
Allí pudo levantarse al alba, sin sentir frío; montar a caballo; bañarse en un río cercano; y las frutas que sirvieron en su mesa fueron sabrosísimas.
Ahora está otra vez en la ciudad, y sueña con la vuelta del verano.